¿Sabes?
Tenías razón, no me conoces
Y es mejor así
porque si me conocieras te habrías enamorado de mí
y no puedes.
Yo, en cambio, me enamoré de ti sin conocerte
porque si te hubiera conocido
no me hubiera enamorado.
No te preocupes,
la culpa no es tuya,
la culpa es mía
por no querer entender que pasas de mí,
que prefieres seguir con tu vida
antes que estar conmigo.
Se me pasará, lo sé, el tiempo todo lo cura.
Sé feliz con la vida que has elegido.
Suerte.
jueves, 31 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
Aprendí.
Aprendí a no juzgar las acciones de los demás sin conocer los porqués, las situaciones, los momentos, las circunstancias...
Aprendí que los principios se pueden ver de más de un modo.
Aprendí que el jamás será, a veces es, incluso más de una vez.
Aprendí a verme de otro modo.
Aprendí a darme cuenta de que aunque lo desees tanto hay que pensar en las consecuencias, en las mías, en las suyas y en la de los demás.
Aprendí de llorar, de reír, de soñar.
Aprendí a no suponer.
Aprendí a interpretar las palabras literalmente.
Aprendí que te dan a entender lo que quieren que creas.
Aprendí a parar y pensar las cosas despacio.
Aprendí que ilusionarse es inevitable pero que acaba doliendo.
Aprendí que la gente egoista puede hacer mucho daño, mucho.
Aprendí a ir detrás de lo que quiero pero teniendo un límite siempre, la dignidad.
Aprendí que las sonrisas son muy importantes y pueden alegrate el día pero pueden amargarte la vida.
Aprendí que mis razones son lo más importante y que no hace falta que las sepan los demás.
Aprendí que tengo que vivir conmigo misma toda mi vida, con mi conciencia.
Aprendí que mi vida sigue y tengo que seguir aprendiendo...
Aprendí que los principios se pueden ver de más de un modo.
Aprendí que el jamás será, a veces es, incluso más de una vez.
Aprendí a verme de otro modo.
Aprendí a darme cuenta de que aunque lo desees tanto hay que pensar en las consecuencias, en las mías, en las suyas y en la de los demás.
Aprendí de llorar, de reír, de soñar.
Aprendí a no suponer.
Aprendí a interpretar las palabras literalmente.
Aprendí que te dan a entender lo que quieren que creas.
Aprendí a parar y pensar las cosas despacio.
Aprendí que ilusionarse es inevitable pero que acaba doliendo.
Aprendí que la gente egoista puede hacer mucho daño, mucho.
Aprendí a ir detrás de lo que quiero pero teniendo un límite siempre, la dignidad.
Aprendí que las sonrisas son muy importantes y pueden alegrate el día pero pueden amargarte la vida.
Aprendí que mis razones son lo más importante y que no hace falta que las sepan los demás.
Aprendí que tengo que vivir conmigo misma toda mi vida, con mi conciencia.
Aprendí que mi vida sigue y tengo que seguir aprendiendo...
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Anoche.
Anoche cogí
la banqueta de madera y subí sus 2 peldaños, alargué los brazos hasta el
altillo del armario y abracé, de nuevo, mi caja de recuerdos.
Estaba
envuelta en papel de colores, de corazones de cuando era niña.
Quité el
lazo que hace años utilicé para cerrarla, era un lazo de esperanza de una vida
feliz.
Encontré mi
vieja brújula, esa que siempre utilizo para orientar mi vida, he vuelto a
utilizarla, la pongo en la palma de mi mano y la elevo hacia lo más alto que
puedo, miro al cielo y parece que mi vida vuelve a encontrar el camino perdido.
Saqué
también 2 alitas de ángel que me regalaron siendo niña, esas que me sirven para
sobrevolar los problemas cuando no soy capaz de enfrentarlos, intento volar por
encima de ellos, así viéndolos desde arriba, no me parecen tan importantes y
puedo seguir adelante. Incluso he llegado a derrotarlos, a veces.
Volví a
encontrar mi sobre de caramelos de sabores,
A Fresa
como el sabor del amor
A Limón
como el sabor de la decepción
A Menta
como el sabor de la sensatez, esa sensatez que, según mucha gente, debería
utilizar más.
Qué razón
deben tener.
Hoy he
vuelto a recordar también esos sabores.
Encontré
también mi frasquito de colonia, lleno de gotas de paciencia, para echármelas
encima cuando estoy al límite de ella.
Escarbando
en el fondo de la caja encontré mi foto de bebé, que me hace sonreír cuando la
miro, durante unos minutos, y ver una luz de esperanza al final de todo.
Hoy, por un
pequeño instante, he vuelto a recordar aquella inocencia con la que un día
cerré mi caja y a la que aún de vez en cuando vuelvo, cuando estoy algo perdida
y no veo claro el camino.
Luego metí
todo lo que había sacado y volví a cerrarla.
Espero que
pase tiempo hasta que tenga que volver a abrirla...
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